lunaticox

 La pluma temblaba entre sus dedos igual que la última hoja que se desprende del árbol, una fracción de eternidad en que palpitaba la misma cualidad que en el elemento mayor que acababa de abandonar. El sentimiento tenía raíces profundas y era claro y singular; no obstante se negaba a fluir, a ser canalizado y vertido como la lluvia más ansiada sobre aquella página en blanco, ese campo sediento. Incluso el silencio se representa en una partitura, de manera que esta no era una hoja muda, sino un secreto esperando ser develado. Eran palabras indómitas las que cargaban la pluma, y una s

I El día era caluroso y las miradas indiscretas de la multitud lo hacían sentirse más incómodo de lo que estaba: los comerciantes lo hacían conforme los clientes le pagaban el producto. Algunas chicas posaban sus ojos en él, después se acercaba a los oídos de sus amigas y murmuraban entre ellas. Los adultos que deberían de ser los más maduros, eran los que más se notaba su indiscreción. La gabardina blanca con franjas de color escarlata y su demás prendas de color negro era lo que siempre traía puesto todos los días. Eran las ropas de un m

Hombre valiente que crea y destruye. Logras lo que quieres, pierdes y calmas. Tus deseos son prósperos, tus desdichas no son más que mínimas Buscas y encuentras Te encierras , deshaces tus penas y en la luz del sol brillas más que otros. Me llamas y me calmas, te vas y todo es caos. Tus sueños van más allá de los límites pero para ti nada es imposible. Tus ideales van mas allá de los míos, sin importar eso me comprendes. Nos unen lazos, nos separan ideas. Nos identificamos por gustos, nos separan  géneros. Vales mucho, pocos lo saben. Creen conocerte, nadie conoce lo que hay detrás. Transparente y misterioso. Ira fugaz, sonrisa

En mis continuos viajes por el mundo, nunca recibí una carta como esta. Ni siquiera de las mujeres que me odian. Siempre, si es que dicha carta llegaba a mis manos, eran insultos, puteadas, maldiciones y todo tipo de brujería. Pero esta carta era diferente. Me encontraba en el medio del desierto, sin agua, exhausto, y moribundo. La noche helada le daba un color plateado brillante a la arena. La luna se reflejaba en el suelo, dándome una luz increíble. Con el lugar bastante visible, forcé mis piernas para caminar unos cuantos metros más. Pero cuando el sueño y la muerte me coqueteaban, vi que a lo lejos, un